Reflexiones desde la trinchera

Una Historia deDr. César Carballo Cardona

Adjunto de Urgencias Hospital Ramón y Cajal

Reflexiones sobre lo difícil de la situación

El día que escribo estas palabras no ha sido un buen día. He tenido que decirle a un paciente de 58 años que tenía una lesión probablemente maligna en el colón que le había provocado una obstrucción intestinal: la comida había quedado obstruida en el tubo digestivo, desde el intestino delgado hasta el estómago. Esto le producía náuseas y vómitos, por lo que tendríamos que ingresarle con una sonda nasogástrica metida por la nariz para aliviarle la presión en el tubo digestivo.
En la carrera no te preparan para dar etas noticias. Cuando lo haces, ves cómo le cambia la cara al paciente, cómo todo su universo se tambalea. Todo lo que hasta ahora era importante para él o ella pasa a un lejísimo plano… facturas, dinero, trabajo, sueños. Todo se viene abajo en cuestión de segundos. Como decían en la película Sin perdón, sientes que le quitas a un hombre todo lo que tiene, y todo lo que podría llegar a tener. Aunque después de muchos años te vas anestesiando, algunas veces te vas a casa jodido… y eso, por otro lado, aunque sea molesto, te hace sentir vivo, te hace sentir médico. Siempre he pensado que debes preocuparte por tus pacientes, luchar por ellos en circunstancias, en ocasiones, adversas, como tu propia falta de conocimientos (por eso es necesario estudiar y estudiar…); la idea que con frecuencia se inculca a los especialistas mientras se están formando de que «esta patología no es mía, es de otro», que se traduce en el abandono o la dejadez del paciente; o contra el propio sistema, que muchas veces condena al paciente a listas de espera inasumibles o le abandona en los servicios de urgencias durante días, pendiente de una cama.

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