Marcos – “Emilia, parte de mi hall of fame

Una Historia deDr. César Carballo Cardona

Adjunto de Urgencias Hospital Ramón y Cajal

Emilia, parte mi hall of fame

Aquel día Marcos llevaba una guardia horrorosa, era médico de urgencias desde hacía diez años. Estaba agotado y exhausto y el enemigo volvía a estar a las puertas: la tercera ola era inevitable, estaban viendo de nuevo la pesadilla y muchos pacientes se agolpaban en los servicios de urgencias esperando su ingreso.

Eran las 3 de la madrugada y estaba agotado, llevaba de pie más de 22 horas y sus fuerzas estaban al límite… Cuando entró Emilia en el box de urgencias, enseguida vio ese terror en sus ojos que ya le resultaba familiar. Cuando le preguntó sobre los síntomas y cuándo habían empezado, Emilia le cogió la mano y lo miró a los ojos…:

– Doctor, no deje que muera. Mi hermana murió aquí hace unos meses y yo quiero vivir.

Él contestó casi por deformación profesional:

– Tranquila, Emilia, cuidaremos bien de usted. Ya verá como todo sale bien.

En ese momento, algo se encendió en Marcos, había conectado con esa mujer. Después de haber atendido a miles de pacientes durante su carrera se había dado cuneta de que con algunos se conectaba de una forma especial; eran los que llamaba los del hall of fame.

Marcos devoraba todas las mañanas las revistas on line más importantes del momento, pero desde hacía meses, no tenían suficiente evidencia de la eficacia de los tratamientos. Ahora sabían cómo debieron sentirse los médicos del pasado, cuando se les llamaba barberos.

Solo quedaba rezar. Unos minutos antes de cerrar los ojos esa noche, Marcos le pidió a su padre, que había muerto unos años antes, por ella:

– Anda, papá, échame una mano… – Pero en ese momento, el teléfono con el cielo comunicaba…

Marcos estaba atendiendo a otro paciente cuando la enfermera llegó corriendo.

– Marcos, de repente se ha puesto muy malita, está con mucha disnea y muy agitada…

Marcos corrió hasta la cama de Emilia y en cuanto la vio entendió la dura realidad.

– Emilia, ¿Cómo estás?
– Me muero, doctor, ¿verdad? – dijo Emilia, que era muy consciente de la gravedad de la situación.
– Estate tranquila, Emilia, que vamos a tratarte.
– Míreme y dígame la verdad, doctor.

Marcos se quedó de piedra. El mundo pareció pararse e incluso la dificultad respiratoria de Emilia se detuvo un tiempo. Marcos oyó ese ruego, dejó lo que estaba haciendo, miró a Emilia y le dijo:

– Esto no va bien, Emilia; creo que tienes un infarto en el pulmón y eso es muy grave, con el oxígeno a tope no conseguimos remontarte.
– ¿Voy a morir?
– Vamos a llamar a la UCI para ver si pueden intubarte y mejorar la oxigenación…
– ¿Voy a morir? – repitió Emilia agarrándole de nuevo la mano y mirándole a los ojos…
– Lo siento Emilia…, te he fallado, creo que sí – dijo Marcos sobrepasado por el momento.
– Ha hecho lo que ha podido, doctor. Dígale a mi marido y mi hijo que los quiero…

Y después de decir esto, Emilia entró en parada cardiorrespiratoria…

Un comentario

  1. A veces los médicos cuando un paciente nos suelta «¿me voy a morir?», no sabemos callarnos, es tan duro el silencio, por eso de forma inmediata lanzamos un «noooo». No sabemos estar en silencio, escuchar el silencio y entender que el silencio no es molesto para el paciente, el silencio nos molesta a nosotros. Nos defendemos con respuestas automáticas en vez de hacernos la pregunta ¿por qué me estará preguntando esto?. En este caso, entiendo que Emilia necesitaba saberlo para, en ese halito de vida, poder darnos consuelo y un encargo.
    Gracias por compartir la historia de Emilia.

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