De la prevención a la patología

Un artículo de

Dr. Miguel Álvarez de Mon

Psiquiatra Clínico en el Hospital Universitario Infanta Leonor de Madrid
De la prevención a la patología
¿Cómo diferenciar entre prudencia, miedo y obsesión?

La prudencia nos permite evaluar la situación concreta que nos toca vivir, y nos ayuda a discernir con antelación los posibles resultados de nuestros pensamientos, palabras y acciones. Por tanto, nos permite actuar en consecuencia. Es decir, nos ayuda a adaptarnos adecuadamente a las circunstancias y a ser funcionales. En el contexto de la pandemia, la prudencia nos puede ayudar a tomar la decisión de evitar ciertos planes (por ejemplo: aglomeraciones en espacios cerrados), o nos puede impulsar a realizar acciones dirigidas a disminuir la posibilidad de contagio (por ejemplo: utilizar la mascarilla o lavarse las manos). Sin embargo, el miedo es una emoción que nos puede llegar a paralizar. El miedo, a diferencia de la prudencia, nos hace sufrir y nos dificulta la adaptación a las circunstancias. El miedo sostenido en el tiempo causa sufrimiento y limita mucho a la persona puesto que fácilmente se puede convertir en una fobia, y las fobias requieren tratamiento. Por otro lado, los pensamientos obsesivos son palabras, ideas, imágenes o creencias, reconocidas por la persona como irracionales. Causan gran malestar y disfunción en la persona que los tiene. El miedo a la contaminación y la duda han sido de siempre de las obsesiones más frecuentes, pero ahora durante la pandemia aún más. Se suelen asociar a compulsiones, que pretenden aliviar la angustia asociada a la obsesión. Las obsesiones las podemos diferenciar de las preocupaciones normales por el nivel de bloqueo y sufrimiento que producen en la persona.

¿Me han traumado mis experiencias vividas durante la pandemia?

El trauma psicológico es una respuesta a un evento que una persona encuentra altamente estresante. Es una especie de choque emocional que daña nuestro inconsciente y nos hace sufrir. Suelen ocurrir ante eventos estresantes o situaciones amenazadoras, o ante un miedo muy intenso que sobrepasa con creces nuestros mecanismos de defensa, como por ejemplo la pandemia para muchos. Y suceden cuando nuestro cuerpo emocional y sentimental no está lo suficientemente preparado para poder comprender y asumir el evento. Por eso, muchos traumas se desarrollan en la infancia: violencia entre pandillas, abuso sexual, maltrato físico o emocional, etc. Sin embargo, también se pueden generar en la vida adulta. Debemos de sospechar la existencia de estrés postraumático cuando una persona presenta hiperactivación autonómica (caracterizada por una ansiedad persistente e intensa, irritabilidad, dificultad de concentración, hipervigilancia, sentimientos de culpa, respuesta exagerada de sobresalto o dificultades para dormir), distanciamiento emocional y pensamientos intrusivos (aparición de imágenes vividas del acontecimiento o pesadillas angustiosas).

¿Cómo saber si sufro depresión?

La tristeza forma parte de la vida. Es normal presentar tristeza y otros síntomas depresivos como pérdida de intereses, disminución de la ilusión, pesimismo o, incluso, tendencia al llanto ante una situación objetivamente adversa como ha sido la pandemia para muchos profesionales. En estos casos, los síntomas depresivos son proporcionados, en intensidad y en duración, a la situación adversa vivida. Además, los síntomas se suelen aliviar viviendo situaciones agradables, como puede ser un rato en familia, con amigos o practicando una afición. Si los síntomas no se resuelven espontáneamente, es cuando debemos preocuparnos. 

En un episodio depresivo típico, la persona que lo padece presenta un humor depresivo, una pérdida de la capacidad de interesarse y de disfrutar de las cosas, una disminución de la vitalidad que lleva a una reducción de su nivel de actividad y un cansancio exagerado, que aparece incluso tras un esfuerzo mínimo. Los síntomas son claramente más intensos que los que se pueden presentar en una época difícil como ha sido, y todavía es, la pandemia para muchos profesionales sanitarios. En la depresión los síntomas son de una intensidad suficiente para hacer que la persona que los sufre tenga grandes dificultades para poder continuar desarrollando su actividad social, familiar o laboral habitual. Además, en la depresión el estado de ánimo varía escasamente de un día para otro y no suele responder a cambios ambientales. Es decir, los síntomas no se alivian ni cuando estamos con los amigos o familiares. En la pandemia hemos atendido en consulta a muchos profesionales sanitarios que presentaban lo que denominamos trastorno adaptativo con síntomas depresivos. Es un episodio depresivo que aparece como consecuencia de un acontecimiento vital adverso, y que muy probablemente se hubiera evitado de no ocurrir el evento (en este caso, la pandemia). Si sospechamos depresión, es necesario acudir al médico puesto que no se va a resolver de manera espontánea.

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